Detrás de cada fotografía hay una historia

El primer rostro

Este fue el primer rostro que vi al llegar al palafito donde nos esperaba el equipo de conocedores de la selva que nos acompañaron en la misión de fotografiar las aves en el Delta del Orinoco.
 
Desde el primer instante supe que la experiencia podía superar mi capacidad de asombro (y así fue), tenía ante mis ojos la evidencia de un sistema paralelo en una sociedad realmente conectada entre ellos y en equilibrio con su entorno.
 
El rostro de asombro de esta niña fue inolvidable, era la primera vez que veía un hombre blanco, con barba, calvo, con ropa y equipos que siempre me acompañaban (cámaras, lentes y algunas cosas innecesarias que solo sirvieron para aumentar el peso de mi equipaje), me tomó varios días entender que estaba llegando a un territorio que no se manejaba bajo las mismas normas que yo conocía, que mi presencia era tan extraña que por un momento llegue a sentirme incómodo de interrumpir su cotidianidad, me sentía como un intruso pero al mismo tiempo la curiosidad de ambas partes estrecharon nuestra relación y fue cuando todo cambió.
 
Aprendí que hay otras formas de medir el tiempo, aprendí que la naturaleza nos aporta todo aquello que necesitamos y que sí es posible vivir en equilibrio; los Waraos son seres pacíficos, siempre los acompaña una sonrisa en sus rostros, los Waraos han desarrollado sus sentidos a un nivel superior, son capaces de escuchar a muchos kilómetros de distancia y distinguir exactamente lo que escuchan, su visión es mucho más desarrollada y sus cuerpos están perfectamente adaptados a su entorno en tamaño, dimensión relativa y hasta sus pies semi prensiles.
 
No olvides continuar viendo las próximas publicaciones para conocer toda la experiencia que viví con los Waraos, las criaturas inteligentes del Orinoco.

Clemente Passariello

clemente@clempass.com

@clemente.passariello