Detrás de cada fotografía hay una foto.

Rostros de Curiapo

La mirada de esta niña conquistó mi alma y todo aquello que durante meses imaginé en la preparación del periplo que habíamos organizado para llegar hasta el punto más septentrional del Venezuela, el Estado Delta Amacuro. (allá donde el viento se devuelve). El Delta del Orinoco es la zona más salvaje y agreste que he podido visitar en 15 años de investigación fotografiando la diversidad biológica de las selvas en el Neotrópico.

Lo habitual es que como equipo de investigación siempre buscamos alejarnos de las personas y centros poblados para registrar las aves en su hábitat natural, pero esta vez fue distinto, no pude resistirme a la oportunidad que la vida me ofreció para fotografiar una étnia en peligro de extinción (Los Waraos) y dejarme conquistar por todo aquello que mis ojos podían ver a cada minuto, cada segundo.

Luego de zarpar de tierra firme a 3 horas navegando entre los caños del Orinoco en una pequeña embarcación de madera llamada Balajú, nos accidentamos en la mitad de la nada, se daña la la hélice que impulsa el motor (Propela) y tuvimos que remar por más de 5 horas hasta llegar finalmente a la Capital del Municipio Antonio Días (Curiapo) que no es más que un palafito en la mitad de una selva de dimensiones incalculables donde nos recibe un Capitán de la Guardia Nacional que amablemente nos ofreció comida para restaurar el desgaste de 8 horas de viaje en condiciones extremas y para mi gran sorpresa, ¿adivinen cual fue el plato principal?…… Jaguar al ajillo!!!… menuda sorpresa…

Al llegar, dimos un recorrido por este gran palafito y fue cuando empezaron a descubrirse las caras de sus curiosos habitantes, aquella pureza en sus miradas que revelan paz, armonía y bienestar, era lo que mi sistema reticular activador ascendente estaba preparado para recibir, quería aprender todo lo que fuera posible de ellos, entender como estaban tan adaptados a su entorno, como funcionan como sociedad e incluso como manejaban sus emociones.

El Orinoco es quien recibe casi todas las aguas de Venezuela que vienen desde las colosales montañas de Los Andes y de los vastos llanos hasta convertirlo en un mar dulce y que por un laberinto de caños se vierten al Océano Atlantico, aquí la diversidad es extraordinaria, el alboroto de las aves, el sonido de los insectos y la melodía de los monos y por sobre todas las cosas, la presencia de los Waraos que le dan esa toque enigmático tan particular.

Acompáñame en este viaje lleno de anécdotas y descubre las imágenes que cambiaron mi vida.

Clemente Passariello

clemente@clempass.com

@clemente.passariello